lunes, 11 de febrero de 2013

El castillo de Feria.


Del castillo de Feria destaca fundamentalmente su enorme torre del Homenaje, cuya planta tiene forma cuadrada y esquinas redondeadas. Todo el recinto se sitúa en lo alto de un promontorio, por encima de la localidad de Feria. Domina toda la zona en muchos kilómetros a la redonda y desde él, las vistas son impresionantes. El alto en el que se encuentra el castillo de Feria, debido a su situación estratégica, ha sido empleado como punto defensivo desde que los primeros hombres se instalaron en esta zona.

El castillo de Feria en lo alto de un promontorio


Los árabes levantaron una importante fortaleza defensiva en el siglo XI. Posteriormente, algunos siglos más tarde, las tropas cristianas conquistaron la zona y Feria pasó a ser propiedad de Lorenzo Suárez de Figueroa, Maestre de la Orden de Santiago.

La familia Suárez de Figueroa llegó a ser propietaria de un importante territorio conocido como Señorío de Feria. Este territorio incluía numerosas poblaciones de la zona, incluyendo Zafra. De hecho, la fortaleza de Feria tiene visión directa de los castillos de Villalba de los Barros, Zafra y Nogales, situados también estratégicamente para controlar y defender todo el territorio perteneciente a los Suárez de Figueroa. La torre actual y el conjunto principal del castillo de Feria, se construyeron a mediados del siglo XV. Posteriomente se realizaron algunas reconstrucciones y reformas.

El recinto amurallado tiene un trazado irregular que sigue la forma del terreno y del relieve. La muralla cuenta con torres o cubos redondos y prismáticos. En el interior, existe otro muro transversal que divide el cuerpo principal del castillo en dos partes, lo que permitía reagrupar la defensa en caso de que alguna de las partes se viera comprometida por los atacantes.

La torre del Homenaje, se sitúa en la zona intermedia del recinto y se accede a ella por una puerta manuelina. La parte interior de esta impresionante torre no tiene puertas. El acceso a las plantas que se podían habitar se realizaba desde la muralla, de esta forma, se aseguraban un alto nivel defensivo en caso de emergencia. Actualmente la torre luce restaurada.


Torre del Homenaje en el castillo de Feria


La torre consta de cuatro cuerpos. En el sótano, se encontraban el almacén de provisiones y un aljibe. La primera planta, era la de residencia del señor del castillo. Las dos plantas superiores, tenían un uso variado. Actualmente, la primera planta ha sido restaurada y acondicionada.

En la parte superior de la torre, se abría un conducto que se encargaba de  llevar el agua recogida cuando llovía hacia el aljibe, situado en el sótano. Además de este aljibe de emergencia situado en la torre, cada sector del recinto amurallado disponía de su propio aljibe para poder almacenar agua. Se pueden visitar las diferentes plantas de la torre y subir hasta su parte superior donde las vistas son, en mi opinión, espectaculares. Su estado de conservación es magnífico, ya que se ha restaurado no hace mucho tiempo.

A continuación aparecerán algunas fotos en las que salgo en el recinto interior del castillo de Feria.











La alcazaba de Montemolín.

La alcazaba de Montemolín se construyó en el siglo XII, y se reformó a partir del año 1248. Es propiedad del Ayuntamiento de Montemolín. Se trata de una obra de origen árabe, construida en tapial y ladrillo, que cuenta con torres ochavadas. Fue reconstruida más tarde por los cristianos utilizando aparejo de piedra. El recinto constituye una mole formidable que se adapta al relieve que le sirve de asentamiento. Su planta es irregular y de proporciones alargadas. La disposición trata de aprovechar las ventajas de las diferencias topográficas con respecto al terreno por el que está rodeada. Sus medidas son 114 metros de longitud, 54 metros de anchura y 33 metros de altura. Sobresalen de su perímetro torres de diferentes formas y medidas.

La puerta principal se encuentra sobre el flanco sur y presenta una estructura en recodo. Se defiende por dos torres en avance. El acceso consiste en un arco de ladrillo de 3,10 metros de ancho creando un pasadizo. Esta puerta se cerraba mediante un portón de dos hojas, las cuales giraban sobre una especie de agujeros, que se pueden ver actualmente.

Refuerzan el recinto defensivo otras torre,  principalmente semicilíndricas. La mayor de ellas está fabricada en piedra. Existe otra de composición más artística, a modo de baluarte (una obra de fortificación de forma pentagonal que sobresale en el encuentro de dos partes de una muralla), que fue utilizada como alojamiento principal a lo largo de algunas épocas. Se conservan, de sus antiguos componentes, la puerta en recodo, algunos aljibes, mazmorras y otros restos. En el interior de la fortaleza existía también una iglesia dedicada a Santo Domingo, hoy desaparecida completamente, que tenía dos altares, uno dedicado al titular y otro a Santiago.


La alcazaba de Montemolín



De las dependencias que existieron en su interior no quedan restos. Su desaparición se debe fundamentalmente a:

-la reorganización del interior para adecuarlo a los nuevos usos que querían darle los moradores cristianos.
-que los edificios interiores se construyeron con menor solidez y materiales más pobres, por lo que no han resistido a lo largo del tiempo.


En el interior, los árabes levantaron un aljibe de planta rectangular (la obra de ingeniería más destacada), que fue cubierta con una falsa bóveda. Dicha bóveda estaba construida con piedras grandes, lisas y planas (lajas) de pizarra por aproximación de hiladas.

Las reformas realizadas por los cristianos en esta fortaleza fueron muchas, debido a que ellos querían adecuarla al uso de la Orden Militar de Santiago. No cambiaron la apariencia externa, solamente volvieron a construir o a reforzar las partes más dañadas y débiles y siempre seguían la misma traza. Incluyeron una torre de 14 m de longitud por 10 m de anchura, con una planta trapezoidal, al igual que la torre del Homenaje. Dicha torre se levantaría sobre la parte más noble de la construcción islámica. La subida a la torre se realizaba a través de una escalera de ladrillos y al final de la misma se encontraba un puente levadizo, de modo que los distintos pisos se comunicaban por escaleras interiores.


Alcazaba de Montemolín prácticamente en ruinas


También se erigió otra torre conocida popularmente como "Plato de la reina", que es contemporánea a la torre del Homenaje. Cuenta con una planta semicircular que denota procedencia cristiana. Esta construcción semicilíndrica se sitúa en uno de los lados de la alcazaba y es en su totalidad de mampostería unida mediante lechadas de cal. El interior el edificio, como ya he señalado anteriormente, fue remodelado por los cristianos, que construyeron una iglesia posteriormente, de acuerdo con la tradición de la Orden de Santiago.  

La fortificación contaba con dos plantas superpuestas, que se comunicaban por medio de unas sólidas escaleras. En la primera, se levantaron la iglesia de Santo Domingo, despensas, bodegas, doble caballeriza en el lado opuesto a dicha iglesia, cámaras y recámaras, y el "aljibe de los arcos" situado en el centro del patio. La segunda planta alojaría corredores, cámaras de distintos usos y la capilla de Santo Domingo. Además, en distintos lugares de la fortaleza, se podían encontrar cocinas, pasadizos, pajares, pesebreras, hornos, mazmorras excavadas en el subsuelo y varias dependencias a las que se le daban distintas utilidades. Hace unos años, se realizaron algunas escavaciones arqueológicas y actualmente, la alcazaba luce restaurada.


Vista lateral de la alcazaba






La casa del marqués de Solanda.

Mirando su fachada frente a la del alcázar, enfrente de la Puerta del Acebuche, en la actual Plaza del Corazón de María y a la bajada de la pendiente de la plaza de armas, se levanta la magnífica y artística mansión de la familia del Marqués del Solanda, uno de los edificios de arquitectura civil más interesantes de la ciudad de Zafra. Se trata de una obra neomudéjar, en la que destaca un bellísimo patio mudéjar que constituye la construcción más importante de la arquitectura neoárabe extremeña. Una construcción que, ya en su exterior, va pregonando la categoría que predomina en su interior. 

Artísticos relieves en balcones y cornisas (en color albero), capiteles de bella factura corintia, columnas adosadas, un balcón mirador, rejería sevillana, una serie de huecos bien organizada y una gran voluta, completan esta enorme fachada blanca y encalada, dando belleza en conjunto a la vivienda. Dicha vivienda tiene tres plantas y fue actualizada en su arte, a principios del siglo XX, sobre los muros de otra que ya existía anteriormente.


Delante la casa- palacio del Marqués de Solanda


A partir de la puerta de entrada es totalmente diferente. El zaguán de azulejos de zócalo, de estilo islamista un poco romántico, se hace patente en el patio interior. Dicho patio está formado por columnas dobles, arcos de herradura y arcos de medio punto. Además, cuenta con una bonita fuente, con un gran torreón neomudéjar y con varias ventanas geminadas o ajimeces. Su parte superior es una galería de balcones cerrados con cristaleras que se abren al patio.  Los muros están cubiertos totalmente por una decoración de rombos rematados en forma de almena. Representa una arquitectura con el significado de lo árabe a principios del siglo XIV.

El llamado Arco de San Antonio, es uno de los extremos de la casa. Le ha prestado anchura al edificio, con la intención de hacer más prolongada la gozada de su amplio escaparate mural. Una vez pasado ya el vestíbulo de esta casa, se adivina la inquietud cultural de un hombre, que quiso ser un excepcional cultivador y entusiasta de la arquitectura árabe. Estamos hablando de Francisco Fernández y Fernández, quien mandó construir en este edificio lo que, con toda razón, se puede calificar de un auténtico “capricho árabe”. Su arquitecto fue un hombre llamado Ventura Vaca. Al pasar el zaguán de la misma, uno puede recrearse con la contemplación del patio que le sigue y adentrarse en un mundo de inspiración agarena, que sólo le pueden rivalizar, los alcázares sevillanos o los patios granadinos de la Alhambra.


Patio en el interior de la vivienda


 Cerca de la puerta de acceso al patio 

Fuente en el patio interior

Toda la obra es una muestra de yesería calcada de sus modelos con una exactitud irreprochable. Sus paredes están llenas de inscripciones en árabe, que refieren algunos de los versículos del libro del Corán. Podemos encontrar estas sobre finas columnas, repletas de figuras en trazos geómetricos y complicadas lacerías, que han sido realizadas en este lugar zafrense, con una fidelidad que llegará a confundir al menos experto.

Inscripciones en árabe


El citado Marqués de Solanda, con su personalísimo gusto y posibilidades, dirigió e inspiró esta obra en el año 1905, trayendo artesanos marroquíes para su elaboración, que se considera una de las más acertadas realizaciones entre las muestras de arquitectura civil y privada de nuestra ciudad. Actualmente la casa es privada, por lo que no se puede visitar y se conserva en un perfecto estado.



Referencias bibliográficas:

TORO FERNÁNDEZ, B.: Urbanismo y Arquitecturas Aristocráticas y de Renovación Burguesa en Zafra (1850 - 1940). Zafra, 1994.

CROCHE DE ACUÑA, F.: Para andar por Zafra. Zafra, 2003.

PIZARRO GÓMEZ F.J.: Zafra, arte y ciudad de señorío. Mérida, 1987.

La torre de San Francisco.


El sábado 26 de enero, fui con mi familia después de comer a ver la torre de San Francisco. Al acercarme a ella me pareció que su estado de conservación no era demasiado bueno. Di una vuelta a su alrededor y me fijé en que en la parte posterior, que estaba más deteriorada que la parte anterior, podían verse una pequeña puerta situada a unos tres metros de altura y algunos restos del antiguo convento al que perteneció la torre. Al mirarla de frente, me di cuenta de que se podían diferenciar en ella cuatro partes. 

La primera está hecha de sillares blancos y en la entrada, hay un arco de medio punto con dobelas dobles y una verja de hierro que data del año 1998, año en el que la torre fue consolidada. En la fachada occidental de la torre, hay una ventana con frotón y adornos platerescos. Esta pequeña ventana se encuentra en la segunda parte de la estructura, parte que fue construida con pizarra. La ventana tiene forma cuadrada y unas figuras a cada uno de los lados, que son los adornos platerescos anteriormente nombrados. En ella pude ver también el símbolo de los franciscanos: una cruz rodeada por dos manos. 


Ventana en la parte delantera de la torre
con el símbolo de los franciscanos


La tercera parte de la torre, está hecha de pizarra, al igual que la segunda. En ella se pueden ver algunos restos de enlucido. La cuarta y última parte es la que más destaca y está construida con ladrillo. En ella observé que había dos huecos o vanos para albergar campanas. También vi tres columnillas adosadas que se alternaban con los vanos y cinco pináculos, llamados linternas. La linterna que más destaca de las cinco, es la que está situada encima de una pequeña cúpula. La torre está rematada con sillares blancos.


Parte superior de la torre


En la parte derecha de la estructura, al igual que en la parte posterior, pude ver los restos del antiguo convento anexo a la misma, además de una serie de pequeños agujeros que sirvieron para colocar los palos de la techumbre. El interior está muy sucio y descuidado. Tiene algunos focos a su alrededor para iluminarla por la noche, pero lo cierto es que no he podido comprobar si encienden estos focos o no. Es parecida a la torre de la iglesia de la Candelaria de Zafra, pues son de la misma época y seguramente fueran diseñadas por el mismo arquitecto. A continuación, hablaré sobre la historia de esta torre que en mi opinión, es bastante curiosa.


La torre del Convento de San Francisco es el único resto de lo que fue antiguamente el Convento Franciscano de San Benito, aunque de forma popular también se le conoció como Convento de San Francisco. Dicho convento, se situaba a las afueras de la villa de Zafra, aunque actualmente podemos decir que se encuentra dentro del casco urbano. Fue fundado y construido por el segundo Conde de Feria, Gomes II Suárez de Figueroa y por su madre, la condesa María Manuel, en el último tercio del siglo XV.  Se amplió en varias ocasiones a partir del año 1575. Las partes ampliadas fueron principalmente el claustro y los dormitorios, de forma que se pudieran albergar un mayor número de religiosos.


La torre de San Francisco antiguamente

Todo el edificio, excepto la torre, que como bien he dicho antes, es el único elemento que se conserva actualmente, estaba construido con materiales muy pobres. Debido a esto, fue destruido tras el saqueo que sufrió durante la Guerra de la Independencia en el año 1808. El convento fue utilizado por los franceses como punto de ataque a la ciudad de Zafra.


Parte trasera de la torre

El convento junto con los frailes que vivían en él, gozaban de una gran estimación por las autoridades de la villa, por eso se construyó una alacena en una de las paredes laterales de la capilla mayor. En esta alacena, el concejo guardaba la documentación más importante, como el archivo de sus privilegios, y una de las llaves era custodiada por el guardián del convento.


A escasos metros de la torre de San Francisco


Según dice el cronista franciscano Santa Cruz, el convento era elegido como lugar de retiro para muchos Padres Franciscanos debido a su disposición y tranquilidad. En el año 1671 el convento contaba con más de cuarenta religiosos. Durante el siglo XVII el convento poseía una enfermería en la calle Badajoz, situada al lado del Hospital de San Miguel. En el siglo XVIII se construyó una nueva enfermería en la actual calle Ancha, que sirvió de convento tras la destrucción que se ocasionó a lo largo de la Guerra de la Independencia. Al parecer, en este convento se guardaban la mayoría de los papeles que nos han servido para conocer una gran parte de la historia de Zafra. Las imágenes que existían en aquel lugar religioso fueron llevadas por los frailes a los conventos de Santa Clara y Santa Marina, que se encuentran en la ciudad de Zafra.


Delante de la torre de San Francisco


Como he dicho anteriormente, la torre está muy deteriorada y además, tiene algunos grafitis. Yo creo que debería restaurarse y limpiarse por dos motivos. El primero, porque es un monumento del siglo XV, que sería interesante conservar y el segundo, porque está situada en un lugar visible y puede dar una mala imagen a los turistas.

Grafitis en sus muros

La torre de Espantaperros.

La torre de Espantaperros, también conocida como torre de la Atalaya, se encuentra en la localidad de Badajoz. Es uno de los más notorios monumentos almohades de la Península Ibérica. Además, se considera la mayor de las torres albarranas de la alcazaba de la ciudad (se encuentra en la parte oriental) y constituye la vigilancia más fuerte de todo el recinto. El califa Abu Yaqub Yusuf, ordenó que se construyera en el año 1169. Los materiales que se utilizaron para levantarla fueron principalmente tapial con mezcla de cal y tierra. A menudo se le confunde con la torre del Alpéndiz, situada cerca de la puerta del Alpéndiz, cercana a los restos de la iglesia de Santa María de Calatrava. Esta espectacular torre, sigue la costumbre del arte militar almohade, el cual consiste en construir torres albarranas poligonales, es por esto por lo que su planta es octogonal. Se conserva en toda su altura, unos 30 metros. Sirvió de modelo a las torres del Oro y de la Plata en Sevilla, ya que su construcción es anterior. La Torre de Espantaperros, está situada por delante del lienzo de la muralla y conectado a él por un pasillo estrecho y un arco. No entra mucha luz al interior de la torre, ya que sus vanos son muy pequeños.

La torre de Espantaperros en la alcazaba de Badajoz

La mayor parte de la torre es maciza, salvo sus dos plantas superiores que forman dos cámaras anulares abovedadas. En su origen, estaba rematada por una pequeña construcción cuadrada y decorada con arcos entrecruzados. Posteriormente a su construcción, en el siglo XVI, se le añadió el templete de estilo mudéjar (estilo típico de los musulmanes que permanecieron viviendo en territorio conquistado por los cristianos) que  puede verse actualmente. Este remate mudéjar tenía la función de alojar una campana, la cual tenía varias inscripciones. Después de ser destruida casi por completo a finales del siglo pasado, se desmontó y actualmente sus restos se conservan en los almacenes del museo arqueológico provincial de Badajoz. Los actuales accesos y el mantenimiento de la torre no permiten abrirla al público, por eso su interior no se puede visitar.

La torre de Espantaperros

Las torres poligonales son frecuentes en la arquitectura almohade andalusí. Como ejemplo, tenemos la torre del Oro sevillana. Su construcción formaba parte de reforzamientos en las fortificaciones que construyeron los almohades en toda Al- Andalus, ya que necesitaban defenderse ante el empuje bélico y territorial de los reinos cristianos del norte. De hecho, la Alcazaba de Badajoz, es una de esas fortificaciones. En Badajoz existe otra torre octogonal, posiblemente de la misma fecha, en una finca llamada Torrequebrada. Está en las proximidades de la autovía que conecta la ciudad con Mérida, y servía de atalaya desde la que vigilar y proteger el acceso oriental a Badajoz.

Entrada a la torre

Vista lateral de la torre


Actualmente la torre luce restaurada, pero antiguamente estaba muy deteriorada. De hecho, en el verano de 1920, su estado de ruina era preocupante. Un par de años después, parte de la torre se desplomó cayendo al interior una de las viviendas que tenía adosadas. El alcalde, a instancias del arquitecto municipal, exigió a la Comisión de Monumentos que se pronunciara: se restauraba la torre o se demolía. Afortunadamente, obtaron por restaurarla. Esta restauración la llevó a cabo el arquitecto Ventura Vaca. 


La torre de Espantaperros antiguamente

Torre de espantaperros prácticamente en ruinas
                      

Antiguamente, esta torre se utilizaba para vigilar y dominar el arrabal de La Galera, edificio del siglo XVI adosado a la torre. Este edificio renacentista ha sido utilizado principalmente como pósito para guardar trigo (para repartirselo a los pobres cuando era necesario), como Ayuntamiento, hospital, escuela, cárcel y como almacén del Museo Arqueológico de Badajoz. A su alrededor se encuentran los Jardines de la Galera, que constituyen un recinto con jardines árabes que datan del siglo X. En estos jardines podemos encontrar un gran número de especies, que son dignas de ver en las épocas de floración. Fueron restaurados y abiertos al público en la primavera del año 2007. 

Vista aérea de los Jardines de La Galera

También es interesante hablar del polémico caso del edificio de "El Cubo" en la alcazaba de Badajoz. Este edificio se construyó hace pocos años para implantar la Facultad de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Extremadura. Como el edificio es moderno, rompe por completo la armonía arquitectónica del recinto. Los tribunales dicen que hay que tirarlo, es por esto por lo que el edificio tiene una orden de demolición.

El Cubo rompe la armonía del recinto de la alcazaba

El nombre de Espantaperros se debe a que antiguamente, cuando abrían las puertas de la muralla de Badajoz al amanecer, sonaba una campana, la cual hacía ladrar a los perros y los espantaba. Como he dicho anteriormente, la torre ha sido restaurada recientemente por lo que su estado de conservación es magnífico. En mi opinión, la restauración ha sido un poco "agresiva" ya que se nota demasiado que ha sido restaurada, pues está muy nueva.
A continuación, aparecerán algunas fotos en las que salgo cerca de la bonita torre de Espantaperros.













Fachada de la casa del Ajimez.

Esta casa ofrece a sus visitantes una palpable prueba de su pasado morisco, que desafiando el paso de algunos siglos, muestra a la generación actual el testimonio de una cultura con la que se identificó plenamente la villa de Zafra. La fachada es del siglo XV, una obra de arte mudéjar (característica de los musulmanes que vivían en territorios conquistados por los cristianos). Está cubierta de seis esgrafiados geométricos, encalados después en la mayor parte de su superficie de la pared. La técnica del esgrafiado consistía en dibujar sobre el revoque de los muros estando aún fresco, raspando la cal, con lo que se conseguía una decoración barata, que en algunas ocasiones llegaba hasta colorearse. Se trata de uno de los pocos restos de esta técnica decorativa, que abundó en la ciudad durante los siglos XVI y XVIII, y que contrasta con esa idea de pueblo blanco que actualmente le caracteriza.

Sobre esta fachada esgrafiada se conserva, como principal adorno y punto de atención artístico, un precioso ajimez morisco, que data aproximadamente del siglo XVI. Es el único ejemplar de su clase perteneciente a todo un pasado histórico de la ciudad de Zafra. Esta ventana geminada está partida en su centro por una columnita de piedra. Cuenta con un arco polilobulado en artístico ladrillo trabajado, ya que tiene adornos de formas geométricas (arabescos) y volutas (ornamentos en forma de espiral) en los extremos de dichos lóbulos. Unos brillantes azulejos de cerámica vidiriada forman el marco y el antepecho de la ventana, sirviendo también de fondo en los vanos que dejan los ladrillos a ambos lados de los arcos. La puerta de entrada a la casa está adintelada con ladrillos y enmarcada con un alfiz. 

Cuando se llevó a cabo su restauración, se colocaron unos tirantes por riesgo de derrumbe (la casa tenía poca cimentación), es por esto por lo que la fachada no está totalmente vertical (a plomada). Su estado de conservación es bueno después de dicha restauración; se pueden apreciar perfectamente tanto el esgrafiado como la ventana morisca o ajimez.


Ventana mudéjar en la casa del Ajimez


Esgrafiados en la fachada

La fachada se conserva muy bien después de su restauración


La casa del Ajimez se encuentra en la calle Boticas de Zafra. Entre todos los edificios que conforman dicha calle, esta casa destaca por su singularidad. En la actualidad es un Centro de Acogida al Turista. La vivienda tenía doble finalidad: comercial (planta baja) y privada (planta alta).  Desde finales del siglo XV albergaba las boticas de la villa, en cuyo interior existían una o varias armaduras repletas de botes y cajas, que contenían diversos productos de la farmacopea del momento. Estos productos eran mezclados por medio del almirez, el alambique o la redoma, dando como resultado drogas y compuestos con los que aliviar a los enfermo. En el siglo XIX  pasó a ser una tienda de licores y aguardientes y en el siglo XX ya era una vivienda particular.


A unos pasos de la casa del Ajimez en la calle Boticas
                                


Referencias bibliográficas:

MAZA GÓMEZ, C.: Zafra, escondida y acogedora. Autoedición, 2012.

CROCHE DE ACUÑA, F.: Zafra. Una lección de historia y de arte. Zafra, 2006.             

CROCHE DE ACUÑA, F.: Para andar por Zafra. Zafra, 2003.